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Testimonios

Testimonios de Mujeres 2.0

“Cuando era niña viví en condiciones de vulnerabilidad social, crecí con carencias en una familia de escasos recursos económicos. Siempre estuve acomplejada y nunca pude hacer algo al respecto; mi única opción -que se volvió una tortura-, es ocultar mis inseguridades con trajes holgados y ropa interior muy fea, todo con tal de sentirme segura y no ver lo que me incomoda. La ropa no me queda bien, estoy muy incomoda con mi cuerpo; yo soy una mujer que no se siente de 50, mi personalidad es muy jovial, alegre, pero lo que veo en mi exterior no se corresponde y allí nace mi inseguridad. A raíz de todo lo que tuve que pasar en mi niñez, fue creciendo en mí el deseo de enseñar, de darle apoyo a niños que actualmente atraviesan por condiciones muy similares a las que viví durante mi juventud. Desde hace 10 años ejerzo la docencia, doy el 100% de mí por vocación y amor mis estudiantes. Soy la primera que llega a la escuela y la última que se va. Al final del día llego agotada a seguir aprendiendo, llego a casa a leer y a seguirme instruyendo para poder darle a mis estudiantes lo mejor, soy profesora a tiempo completo, por eso me he olvidado de mí. El año pasado mi hija decidió postularme en Fundación Mujer 2.0 para ayudarme a cumplir mi sueño de toda la vida: ser una mujer segura y plena, satisfecha con lo que ve frente al espejo. Pero entre tanto trajín del día a día, y tras haber postulado dos años antes, olvidé por completo lo que mi hija hizo. Y de repente, sucedió: La noticia de quedar seleccionada le dio un giro a mi vida, me devolvió las esperanzas que había perdido, ahora sí me sentiré una mujer plena. Finalmente podré olvidarme del temor de mis rollitos, desecharé toda mi ropa y definitivamente será el cambio que tanto necesitaba, estoy feliz y mi hija también lo está, dice que será el premio por tantos sacrificios que hecho por los otros. Ahora seré otra Sarita”.

Sarita Arroyo, 50 años, profesora. Puente Alto, Santiago.

“La verdad es que hace dos años participé. Me inscribí, pero no resulté ganadora. Luego sucedió algo que cambiaría mi vida para siempre: el fallecimiento de mi madre, éramos inseparables. Ella era una mujer muy insegura, sometida por su marido. Siempre quiso realizarse una cirugía plástica para eliminarse la guata, pero nunca pudo. No teníamos los recursos suficientes y se fue sin poder lograr su más grande sueño. Como ella, yo también crecí con muchas inseguridades; guata demás, poco tiempo para mí, -la vida de una madre y profesora a tiempo completo te absorbe y es poco lo que me queda para consentirme-. A raíz de su muerte decidí darle un giro a mi vida, y ser la mujer que ella no pudo. Ser más fuerte, confiada, feliz. Pero me faltaba eso, sentirme completa, segura de mí. Le pedí muchas veces, una y otra vez; a ella, al universo y a todo, para quedar seleccionada entre las tres afortunadas. Creo que sin duda alguna que el insistir y mentalizarme me ayudó para finalmente quedar seleccionada. Dije: ‘Esta vez es para mí, voy a ganar’, y resulté ganadora. Esto es lo que me faltaba para terminar de cerrar una etapa, para sentirme completamente feliz y segura de la mujer que soy. Puedo decirles a todas aquellas mujeres que no pierdan la fe, que se animen a participar. Con el tiempo aprendí que todo pasa cuando tiene que pasar, y definitivamente este es el momento, mi momento. Estoy segura de que mi mamá está feliz por mí, este premio es para las dos”.

Romina Chacana, 34 años, profesora. Maipú, Santiago

“Toda la vida fui delgada, siempre estuve pendiente de mantenerme en forma. Luego me convertí en mamá y esposa a tiempo completo y todo cambió: ahora tengo una guata que no puedo ocultar; sigo siendo delgada, pero la guata no se va. La verdad es que esto me ha generado una serie de inseguridades que nunca imaginé tener, mi abdomen es un problema. Mi mamá me dijo un día: – ¿Tienes frío?, le dije: No, ¿por qué? – Es que siempre tienes los brazos cruzados en el abdomen, como si tuvieras frío todo el tiempo-. Ni siquiera me había dado cuenta de que lo hacía todo el tiempo para ocultar mi abdomen porque no me siento cómoda con él. En invierno me siento cómoda, el color negro es mi mayor aliado y suelo usar mucha ropa abrigada porque donde vivo hace mucho frío, utilizo capa tras capa y eso me sirve para ocultarme, pero el problema llega con el verano y la primavera, allí todo cambia porque me toca cambiar de forma de vestir. Postulé durante tres años consecutivos, siempre con la esperanza de que tarde o temprano, el momento llegaría y sería yo la ganadora. El momento es ahora, luego de tres años mi hija es quien decide postularme y parece que me dio la suerte de mi vida porque resulté victoriosa, finalmente la cirugía es para mí. Se que esto me ayudará a verme como antes, me devolverá la confianza y la seguridad que había perdido con la aparición de una guata enorme luego de mis embarazos. Estoy feliz porque voy a volver a sentirme bien con mi cuerpo; sin embargo, lo que siento adentro no tiene comparación. Estoy feliz”.

Fátima Celedón 34 años, dueña de casa. Temuco.

“Yo no era muy delgada, pero al pasar los años, la grasa acumulada en mi cuerpo – abdomen y piernas- fue cada vez mayor, no había forma de eliminarla. Encontraba que mi cuerpo era feo, no me hacía sentir bien, era antiestético completamente. No me sentía femenina. Ni hablar de la intimidad, mi marido tuvo que tener demasiada paciencia. La luz apagada era un requisito siempre y ojalá no me tocara mucho, para que no se diera cuenta que ya no era la joven estilizada con la que se casó. Los ejercicios y las dietas no eran suficiente, necesitaba una ayuda más radical. Por eso que recurrí al doctor Torres para buscar una solución a mi problema. Decidimos en conjunto que una liposucción + una mini abdominoplastía era lo más adecuado para mí. La cirugía me devolvió no solo una cintura y piernas estilizadas, sino que la confianza para dejar la luz prendida”.

Pamela, 34 años.

Después de mi segundo embarazo, mi guata ya no era la de antes, se veía como una pelota arrugada. Por mas ejercicios y dietas, no lograba que volviera a estar plano. Sentía que mi abdomen era de otra persona, que ya no iba con el resto de mi cuerpo y mi edad. Soy joven y lucir así, realmente me deprimía. Me daba lata mostrar mi cuerpo delante de mis amigas y hermanos, ellos me decían «tienes la guata como una pasa, pareces un huesillo». Se que lo hacían como broma, pero realmente esos comentarios me dañaban mucho. Tenia un pliegue «tipo delantal», que me acomplejaba muchísimo, era raro, porque a pesar de que tener un hijo, es el mejor regalo del mundo, sentía que mi juventud se había terminado. Para mi realizarme una abdominoplastia fue como volver a nacer, colocarme un bikini o unos pantalones ya no era una tortura, recupere mi confianza y seguridad !!!, me siento Feliz!!

 

María Graciela, 29 años

“Me realicé una reducción mamaria y literalmente me saqué un peso de encima. Ya no sufro de dolores de espalda, era súper invalidante. Ni hablar de los complejos que tenía. Desde los 15 años que sentía que mis mamas llamaban la atención por su tamaño, era muy incómodo ver como automáticamente la vista de las personas se iba a mi delantera, sentía que los hombres ni siquiera ponían atención en lo que les hablaba. Esto hacía que eligiera ropa que me escondiera, en vez de buscar algo que fuera realmente de mi gusto y que fuera con mi personalidad, algo que a esta altura ya había perdido. Tras la operación todos aquellos dolores físicos y del alma se fueron. Voy por la vida con mucha más confianza”.

María Victoria, 61 años.

Maria Graciela Belmar

Marilyn Gatica

Pamela Oyarzun